Quienes ya somos viejos, o
potenciales candidatos a serlo, recordamos los festejos del 75º aniversario de
Las Rosas llevados a cabo en 1964. Por entonces, el pueblo tenía escasas calles
asfaltadas, Gladys S. de Cello desarrollaba su trascendente labor educativa en
la Escuela Ignacio Crespo, Aldo Tessio era gobernador de la provincia y
Alejandro Bonetto, presidente comunal; las chicas lucían sus conjuntos de
banlon que amenazaba con extinguir al algodón, la minifalda imponía su reinado
para escándalo de las más viejas y las mandadas de parte de los veteranos, la
Nueva Ola conmovía los cimientos de las costumbres, los duraznos de aquellos
años aún sabían a duraznos, el gallego Felipe Blanco repartía leche en
jardinera, las vacas vivían sus vidas de pasto y los cerdos sus días de
chanchos… Éramos niños o adolescentes. La vida era otra.
Un libro de tapas duras fue
impreso por aquellos tiempos y la reseña histórica y la actualidad del pueblo
fue hecha de goma, a gusto de quienes la escribieron o de quienes pagaron para
aparecer en sus páginas.
Algunos pocos ancianos, que aún
andan estas calles, recordarán los festejos de 1939. Allí también se
escribieron cosas, se ocultaron otras y se pagó para aparecer en el libro
aniversario celebratorio de los 50 años del pueblo.
Charles P. Scott (1846-1932),
periodista y editor inglés, dijo una frase que no todos la respetan y mucho
menos algunos historiadores: "Commentis
free, butfacts are sacred." (El comentario es libre, pero los hechos son
sagrados”.)
Esta cita viene a cuento en estos
días que Las Rosas está celebrando el 125º aniversario de su fundación y, como
siempre ocurrió en estos casos, vemos aparecer homenajes a “personalidades
notables”, aunque los hechos que conforman la historia no les adjudiquen los
méritos que algunos contemporáneos se empeñan en reconocerles. Más que narrar
la historia, estos supuestos historiadores “cuentan su historia” y los hechos
pasados son ocultados, tergiversados, y muchas veces directamente ignorados.
Mientras que, por el contrario, los invisibles de la historia –los hombres
comunes y silvestres, esos que ponen el lomo, sufren, se alegran, sueñan- ni
siquiera tendrán el homenaje del monumento al “Habitante Desconocido”.
En un pueblo no solamente se
vive, sino se convive y se revive.
Somos
de acuerdo a lo que ayer fuimos y seremos de acuerdo a lo que hoy somos. De
allí la importancia de investigar y conocer el pasado y presente de nuestro
lugar
.
Jorge A. Cáceres - Las Rosas (S. Fe)