El día 11 de Enero
próximo pasado, se fue Don Antonio CALAFAT. Me enteré por parte de un amigo en
común, a las ocho y media de la mañana. Un gran músico, dueño de un saber enciclopédico de los
intérpretes y creadores del Tango; y una mejor persona, un auténtico músico
referencial del pueblo de los que no quedan de su generación, como así tampoco
en la que le sigue y en la otra.
No puedo escribir sino
partiendo de mi historia personal. No soy creyente en la predeterminación del
destino, pero al parecer nuestras almas se tenían que encontrar, habida cuenta
los distintos sucesos que protagonizó el maestro con familiares: Antonio era
amigo y proveedor de Soda del almacén de ramos generales de mi abuelo materno,
que estaba en la esquina de 18 y 21, debí estar varias veces presente durante
sus visitas comerciales, que siempre se estiraban con algunos minutos de charla.
Por otra parte, en medio
de una práctica, Antonio me confió que mi otro abuelo era asiduo concurrente de
los ensayos en el sótano de la panadería Roig de la ciudad de Armstrong, allá
por la década del ’40.
Luego de su traslado a
Córdoba y el posterior regreso, tocamos por primera vez juntos en un festival
que se organizó en la escuela secundaria, si no mal recuerdo en el año 1.995.
Hicimos “Cambalache”, en tono de Si b para la comodidad de un reciente
ejecutante de Saxo y para extrañeza del fuelle acostumbrado a otros sitiales
del sonido. Terreno nada desconocido para el maestro: tocó un par de acordes y
arrancó nomás.
En el año 1.999 formamos
el Cuarteto que se nos ocurrió llamar Municipal porque no surgió ningún otro
nombre. Con el paso del tiempo, considero que debería haber llevado el suyo,
pero por la modestia que caracterizaba su forma de ser, posiblemente le hubiera
incomodado llamarlo así.
Antonio buscaba un clarinetista. Si bien
conocía dicho instrumento, había escuchado un cuarteto con saxo soprano, cuyo
bandoneonista era Cholo Montironi, por lo que le propuse probar con ese sonido
y así se hizo. Luego cambiamos y comencé a emplear el saxo tenor. Fue una
formación en la que me sentí realmente bien, haciendo música entre amigos. No
recorrimos muchos escenarios, pero de todos nos bajamos con una sonrisa, que es
lo más importante para toda actividad humana. Gracias a Dios, logramos grabar
en el año 2.006 un elenco de temas que reflejan el trabajo realizado.
En ese derrotero, se
produjeron hechos que derivaron en las anécdotas que relataré a continuación y que
lo describen: Una vez nos dijo que había que tocar en una cena organizada por
una comisión. Concurrimos ese Sábado a la noche y al llegar a la puerta del
salón, uno de los cooperadores nos impidió el paso y de una manera muy poco
diplomática nos dijo: -USTEDES NO TOCAN; -Por qué? Intervine; -PORQUE NO, y se
interpuso con la espalda sobre el marco y los brazos apoyados del otro lado. La
conversación empezó a subirse de tono, pero Antonio estaba impasible e
intervino diciendo. –Bueno, gracias, hasta luego. Primera enseñanza.
Otra vez nos invitaron a
tocar en una fiesta que no era oportuna, realmente. Formamos arriba y de pronto
mucha gente se subió al escenario a bailar. Antonio dijo: nos vamos. Segunda
enseñanza.
Otra muy recordada se
dio cuando fuimos a tocar al Pre-Cosquín, a acompañar a una pareja de baile que
concursaba. Llegamos bien temprano y nos fuimos al balneario, cuando nos
encontramos con el bailarín estábamos todos flechados por el sol y recibimos un
reto. En pleno fragor del mismo, el bailarín se dirigió a Antonio y le dijo:
-Che, los llamamos para que vengan a tocar, no para que vengan de turismo …
Antonio sólo le devolvió una sonrisa y al darse vuelta nos hizo un guiño.
Podría contar varias más, pero en honor a la brevedad, lo dejaré para otra
oportunidad.
Así nos trató, así nos protegió
durante los diez años que tocamos. Si, como dijo Astor PIAZZOLLA “la música es
el arte de combinar los horarios”, la permanencia del cuarteto se logró por la
calidad de gente de su director y alma mater.
Dicen que en la vida hay
caminos que se cruzan y hay otros paralelos. En lo que a mí respecta, doy las
gracias por haber tenido la suerte de que mi camino se haya cruzado con una
persona de este calibre. Hasta el próximo ensayo MAESTRO.
Federico SIGRIST.-
1 comentario:
Muy buen comentario Federico... yo he sido compañero de Antonio años atrás en la música, pero tú, actualmente, lo has tenido más de cerca aportando nuevos instrumentos y calidad interpretativa.Verdaderamente, fue un MAESTRO con mayúsculas y siempre lo recordaremos...!
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