Almafuerte y Sportivo empataron sin goles en la primera semifinal del Apertura y dejaron la puerta abierta para la definición dentro de siete días en Las Parejas.
El resultado le sentó perfecto a un partido cargado de expectativa, pero que terminó defraudando a las 2500 personas que había en la cancha. Porque salió un encuentro rústico, ordinario, mal jugado y con escaso lucimiento de las individualidades más desequilibrantes de cada uno de los equipos.
Con dos planteos similares (4-3-1-2), con el aditamento de ver en acción al goleador de la Liga (Venezia en Almafuerte) y del Argentino B (Bocchietti en Sportivo) y con la presencia de un enganche natural en cada equipo (Maxi Fernández y Giaccomini) todo estaba dado para un mejor espectáculo del que salió. De arranque Sportivo controló la pelota y tuvo sus dos únicas opciones del primer tiempo pero con la expulsdión de Rodriguez se armó otro partido y fue Almafuerte el que pasó a dominar el trámite del juego, aunque sin profundidad.
En el complemento se repitió la historia de fin del primer tiempo y ambos arqueros vieron como el partido se desarrollaba lejos de ellos. Apenas dos llegadas por lado marcarían las emociones del complemento hasta que Bottoni hizo sonar el pitazo final. Y nada más para un partido tan enredado como pobre.
Con dos planteos similares (4-3-1-2), con el aditamento de ver en acción al goleador de la Liga (Venezia en Almafuerte) y del Argentino B (Bocchietti en Sportivo) y con la presencia de un enganche natural en cada equipo (Maxi Fernández y Giaccomini) todo estaba dado para un mejor espectáculo del que salió. De arranque Sportivo controló la pelota y tuvo sus dos únicas opciones del primer tiempo pero con la expulsdión de Rodriguez se armó otro partido y fue Almafuerte el que pasó a dominar el trámite del juego, aunque sin profundidad.
En el complemento se repitió la historia de fin del primer tiempo y ambos arqueros vieron como el partido se desarrollaba lejos de ellos. Apenas dos llegadas por lado marcarían las emociones del complemento hasta que Bottoni hizo sonar el pitazo final. Y nada más para un partido tan enredado como pobre.
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