LA ELIMINACIÓN DEL LOBO: OTRA MIRADA

Había que verle la carita a ese niño que regresaba a su casa de la mano de su papá, bandera recogida en la mano derecha. Había que ver esa cara del adolescente rateado del colegio, cachetes pintados rojo y verde, llorando en solitario en lo alto de la tribuna. Había que ver esos rostros serios y silenciosos, mirada fija en el piso, que emprendían la vuelta a casa. Imágenes todas que contrastaban con la mostrada cerca de las 3 de la tarde de este miércoles de salidas apuradas de la fábrica, de minutos robados a la siesta o al mate con la patrona. Porque el pueblo del lobo se movilizó en masa detrás de la ilusión del ascenso, ese que estuvo a solo cuatro minutos de hacerse realidad. Y porque el corazón rojiverde latió en todos los ritmos a lo largo de noventa minutos, como solo el futbol puede hacerlo posible.

Estuvo en la boca de cada uno con las tapadas de Chiavazza en el primer tiempo, cuando un Sportivo errático se veía superado por Atenas y el 1 local ahogaba cada grito posible de la tribuna de enfrente. Se hinchó bien fuerte y se enrojeció tanto como esas miles de gargantas cuando Rodriguez desbordó por derecha, mandó un centro que fue disparo al arco y el arqueroito Testa hizo el resto para creer que el ascenso ahora sí era posible.

Sufrió con el penal en contra y se deshogó con una nueva tapada de Chiavazza. Y terminó por desplomarse con los dos mazazos en los últimos cuatro minutos que significaron la peor de las pesadillas. Tanto que algunos irracionales presos de toda irracionalidad quisieron "jugar" su partido y lograron que el partido se parara por 20 minutos sin entender, una vez más, que en el fútbol hay uno que gana y otro que pierde.

Tanto que otros se atrevieron a cuestionar a algunos jugadores reclamándoles vaya uno a saber qué, olvidándose por un segundo que los futbolistas eran los primeros que qerían ganar y ascender. Nada se puede decir de este grupo que protagonizó la mejor campaña de Sportivo en su historia de fútbol nacional. No ascender no invalida una campaña sensacional.

No se pudo porque los rivales también juegan y porque solo hay lugar para uno.

Y eso, probablemente, es lo que haga maravilloso.

Pablo Amadei