sábado, 9 de enero de 2010

TENGO UN HERMANO ESPECIAL

Cuando un hijo con algún tipo de discapacidad llega a la familia, suele quedar en el centro de la atención. Se habla de él, se habla de los padres, pero ¿quién habla de sus hermanos? Historias para desmembrar una relación que plantea desafíos
Frente a un niño con discapacidad, los hermanos pasan a ser los “sanos”: chicos sin problemas que no necesitan ni demandan tanta atención. Estos, a su vez, se hacen eco de las necesidades de sus padres y se convierten en seres independientes con un grado de madurez y de responsabilidad que no es propio de su edad.
En toda relación fraterna pueden aparecer sentimientos de rivalidad, de celos, de enojo, pero cuando aparecen en relación con un hermano especial, todo se intensifica. Y la culpa por tenerlos, también. Se sienten malos hermanos, demonios o bichos raros y, generalmente, lo viven en soledad. Los padres tienen la oportunidad de encontrarse con otros padres en salas de espera o instituciones de rehabilitación, pero no hay un lugar común para los hermanos.
Luis Rodríguez es psicólogo y también hermano. Carmen tiene síndrome de Down y, cuando nació, Luis tenía siete años. “Primero lo viví con muchos celos, porque mi hermana necesitaba más tiempo y yo me las tuve que arreglar solo,” explica Luis, y agrega: “El síndrome de Down no es un tema fácil de entender. Siempre me decían que mi hermana estaba enferma y yo estaba esperando que se curara como si fuera un resfrío. Cuando crecí, me di cuenta de que eso no iba a pasar.”
(Asociación Síndrome de De adolescente, a los celos se agregaron la vergüenza y una sensación de inadaptación. “Tener un hermano con discapacidad me hacía a mí también diferente. Me sentía distinto por tener una hermana distinta, algo que me acomplejaba un poco.” Luis necesitaba conocer pares, saber si lo que le pasaba a él como hermano le pasaba a otros. Comenzó a ir a reuniones en la AsdraDown de la República Argentina) y a contactarse con otros hermanos. Cuando inició la carrera de Psicología, comenzó a coordinar grupos, y fue en una de esas actividades donde se conocieron con la licenciada Núñez y decidieron que tenían que trabajar juntos.
También es muy común que cuando un hermano especial nace, el otro se haga cargo como si fuera en parte su madre. “Es una reacción típica, y más en las mujeres, que el hermano asuma un rol paterno-materno; los padres tienen que fomentar el vínculo fraterno”, explica Rodríguez.
Cuando son más de dos hermanos, suele pasar que uno de ellos se convierte en el más responsable de su hermano especial. Las asociaciones pueden ser por edad o por género.
Tener un hermano especial también los hace especiales a ellos y, como contraparte del conflicto, es algo que viven con orgullo, cariño y a sabiendas de que, sin aquel hermano, ellos quizá fueran diferentes. En sus seres especiales encuentran la contención que no hallan en otros, un amor incondicional y otra mirada más tolerante hacia el otro, cualquier otro.
Para Luis Rodríguez, por ejemplo, es gracias a su hermana que él descubrió su vocación. “Si no hubiera sido por Carmen, quizá no me hubiera dedicado a esto que es, básicamente, lo mío. A ella le debo esta carrera.”

Hablamos con el psicólogo Rodriguez y estos nos decía:

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