miércoles, 17 de diciembre de 2008

JUAN PABLO CARRASCAL: EVANGELISTA EN CORONDA

El avance de "Los hermanitos" tras las rejas se multiplica. Eliminan la violencia, pero se apropian del control penitenciario. El rol del Estado provincial.
Por Ricardo Robins
Desde la masacre del 11 de abril de 2005, la cárcel de Coronda quedó divida en dos: en el ala norte están los presos del Gran Santa Fe, y en la sur, los del Gran Rosario. Por temor a una revancha de aquel día en que 14 internos rosarinos fueron acribillados de manera selectiva, con omisión cómplice del Servicio Penitenciario (SP), nunca habían vuelto a cruzarse unos con otros dentro del presidio. Hasta este año, cuando el pastor evangelista Nicky Cruz, ex líder de una pandilla de Nueva York, llegó desde Estados Unidos para dar "la Palabra". Unos 300 detenidos de ambos sectores de la "Unidad Modelo" coparon el patio el 26 de marzo pasado. Cantaron, oraron y volvieron a sus celdas sin ningún incidente. Esa paz contrastó con un arranque de año violento en ese mismo penal: dos asesinatos, tres suicidios e incontables peleas que alarmaron a las autoridades penitenciarias.
La violencia que el régimen carcelario del Estado no pudo solucionar por décadas parece disiparse en los pabellones donde impera "el culto", tal como se denomina intramuros a la fe religiosa. No hay datos oficiales, pero los pastores estiman que la mitad de los presos -unas tres mil personas: 2.100 internos del Servicio Penitenciario (SP) más quienes están en comisarías y alcaidías- ya se convirtieron. El gobierno reconoce beneficios pero analiza con cautela ese avance.
En Coronda, desde aquel trágico inicio de 2008 a este mes, "los hermanitos" -así denominan los presos a los evangelistas- pasaron de controlar un sólo pabellón de los seis que tiene el ala sur, a manejar cuatro y tener presencia en los otros dos. En los sectores que quedaron en manos de esa iglesia, la disciplina es estricta: a las 6 hay que estar arriba para orar, acto que se repite a las 9, 11, 15 y 17. De 20 a 23 hay tres horas de culto, donde los "siervos" o "pastores" -líderes de cada pabellón-, profesan la Palabra. No se puede fumar -menos drogarse-, ni escuchar cumbia, ni usar gorritas con visera, ni mirar pornografía o programas violentos en la televisión. Ni siquiera tener en la celda la clásica mujer de almanaque, musa infaltable en las paredes tumberas.
A cambio de tanta restricción "terrenal", se consigue una celda limpia, con inodoro (un bien preciado), y la seguridad de que ante un problema no habrá un facazo de por medio, sino una intervención del líder para orar y acercarse más al Señor.
Claro que para algunos, esa tranquilidad no justifica aceptar el régimen estricto que determinan los evangelistas y cuya violación implica la expulsión del lugar (del pabellón religioso, no de la cárcel). El problema, explican los que no profesan ese credo, es que cada vez quedan menos espacios adonde ser trasladados. Ellos afirman que la elección entre someterse a una espiritualidad forzada o caer en un pabellón donde tienen cuentas pendientes con otros reclusos, es optar entre dos infiernos. Un dilema intramuros que surge de la cogestión Estado-Iglesia.
Dos códigos. "La Constitución obliga al Estado a garantizar un lugar de detención limpio y con libertad de culto, pero acá les dejaron la cárcel a los hermanitos y son ellos quienes mandan", protestó Jorge Crespillo, uno de los integrantes de Ciudad Interna, el taller de Coronda que edita su propia revista. Crespillo realizó su reclamo ante el director del establecimiento penitenciario, Gabriel Zelante, quien en el día que Crítica de Santa Fe visitó ese penal ubicado 45 kilómetros al sur de la ciudad capital se reunió con los internos de ese grupo.
"Ellos -continuó Crespillo- están echando a los pibes porque vienen a Ciudad Interna a pensar y escribir. Acá tenemos dos casos -dijo y señaló a dos jóvenes sentados a su lado-, y ellos no tienen adónde ir ahora. ¿A vos te parece, Gabriel? Encima los que mandan ahí son un tipo que mató a un chiquito para vender los órganos y otro que violó y asesinó a una maestra. ¿Un violador echando gente de un pabellón? Vos sabés que nosotros tenemos otras normas de convivencia. Eso da bronca, Gabriel", reprochó el convicto.
El resto de los presentes, seis jóvenes de entre 20 y 30 años, asintió con la cabeza: el violador en el código tumbero es considerado la peor clase de delincuente y es denigrado.
El director del penal salió al cruce: "Nosotros tratamos de no hacer diferencias entre delitos, no las hagan ustedes tampoco. Igual vamos a hablar con ellos para solucionar este problema".
"El error de ustedes -retrucó Crespillo- fue dejar el control de los pabellones en manos de los evangelistas". "Mirá -se apuró en replicar Zelante-, nosotros teníamos un gran problema en el pabellón 8. Es un lugar para 40 personas, pero había 11 vivos que se creían los dueños. Al que metíamos salía desnudo. Ahora, después de que entraron los evangelistas, hay 70 en ese lugar sin problema. Objetivamente, se vive mejor".
En el ala sur de los presos rosarinos, los pabellones 4, 8, 10 y 12 son evangelistas, pero las exigencias son progresivas. El 8 es, en realidad, la puerta de entrada al reino del Señor: sólo hay oración a las 9, a las 12 y a las 17. "No hay problema con el que fuma, no lo echamos, pero se le habla, se le aconseja", contó Godoy, el hermanito a cargo de ese espacio. Si la persona se adapta a las reglas y muestra buena predisposición, entonces podrá pasar al 4; el más ortodoxo. Por afuera de esa estructura quedan los pabellones 6, que es de ingreso, y el 2, de mala conducta (donde la Iglesia Evangélica intenta ganar presencia). En el ala norte de los santafesinos la situación es similar: este fin de semana tomaban el control de un cuarto pabellón, sobre los siete totales.
Miradas opuestas. Para el director del penal, el avance de los evangelistas tiene una lógica clara: es un crecimiento que se dio de hecho por el trabajo de los pastores y garantiza la seguridad. "Los internos muestran una mayor paz interior, están más tranquilos, y eso se nota", valoró. "Yo soy católico, no evangelista, pero estoy convencido de que a mayor espiritualidad, menor violencia", interpretó Zelante en diálogo con Crítica de Santa Fe.
Desde Ciudad Interna, la mirada es completamente distinta: dicen que en Coronda existe una "privatización encubierta" en donde "los hermanitos" cobran un diezmo a los fieles (el 10 por ciento del peculio de 150 pesos, más los pagos extras del interno que realiza trabajos en algunos de los talleres de oficios) y también acusan que exigen "aportes" a las visitas que reciben sus presos fieles. El "negocio evangelista", aseguran desde ese grupo, se complementa con la "mafia del Servicio Penitenciario" que, tal como ocurrió en la masacre del 11 de abril, genera conflictos como paso previo al desembarco de los pastores, garantes de una paz que es, en realidad, una olla a presión.
"Dios te ama". La doble celda de seguridad del pabellón 4 se abre. Sale un joven y es esposado por los guardias. Debajo de su camiseta de River asoman sus brazos tatuados. Alza las muñecas, una atada a otra por las cadenas, y a modo de ofrenda saluda: "Dios te bendiga, hermano. Dios te ama". Cruzando esa misma reja se ingresa al pabellón-iglesia. Los pocos internos que caminan por el largo salón -una especie de caja de zapatos de dos pisos, prolijo pero algo despintado y con goteras- comienzan a meterse en sus habitaciones individuales. Son las 12.30, hora en que terminan los talleres y los presos vuelven a sus celdas. Deben encerrarse y esperar el conteo. En el resto de los pabellones ese proceso implica peleas y provocaciones a los guardiacárceles, pero aquí no se escucha ni una voz.
"Todos saben lo que tienen que hacer y nadie genera violencia. Acá se estudia y se practica el amor, el amor de Dios que te da otra visión de la vida", asegura Gustavo Colazo, de 45 años. Ingresó a Coronda hace cuatro años, para cumplir una pena por homicidio, y cuando se fue el "siervo" anterior, él quedó al frente del pabellón junto con Juan Pablo Carrascal, quien está desde hace dos años preso por haber violado y asesinado en 2003 a la maestra Daniela Spárvoli, de Carcarañá. "Conocí a Dios acá dentro y para mí es muy importante", cuenta Carrascal. Para personas como él, la Iglesia es más que un resguardo espiritual. "Aprendés la Palabra y mientras que los problemas en la cárcel se resuelven con puñaladas, acá lo hacemos hablando", asegura.
Los dos hombres caminan por el pasillo central, donde habitualmente se realiza la oración. Afuera, Víctor recoge sus cosas. "Aplauden y gritan como locos, es insoportable", asegura el muchacho que acaba de ser expulsado del pabellón 4 y busca una nueva celda. "Aguanté dos semanas orando todos los días. Decía unas palabras al principio, pero después se me acababan y entonces movía las manos -cuenta como burlándose de sí mismo-, pero como anoche no estuve en el culto me echaron. La verdad es que la mayoría no es evangelista, se aguanta porque ahí tienen baño y están tranquilos, pero a mí me volaron la cabeza".
"La gente que no está preparada se tiene que ir. Contamina al resto si fuma o no cumple con las normas, porque hay gente que está dejando las drogas, empezando de nuevo", explica Colazo, mientras camina por el pasillo, ahora desierto. Desde una celda, surge una melodía: una canción pop. "Esa es la música del Señor, acá cumbia no se escucha", dice. Es peligroso. Hace recordar el pasado.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

A Carrascal no le importa Dios, Por favor!!!Que? cuando mato a Daniela lo hizo por que no sabia que El existia? Ahora lo conoce para poder seguir vivo ahi adentro sino vaya a saber que le tocaria por ser violador y asesino de una maestra...

Anónimo dijo...

carrascal,caradura ,mentiroso...,y peores los que le dan un trato especial,esa es la justicia argentina.A los asesinos,violadores, y ladrones ,PERDON Y MISERICORDIA

Anónimo dijo...

estos asesinos, violadores, ladrones, etc, etc se quieren excusar con algun dios...por favor, ni ellos se la creen...no olvido ni perdon, juicio y castigo

Anónimo dijo...

Ya tiene lugar en el infierno porque ni Dios le cree lo que hace, un asesino es un asesino y no va a cambiar nunca, al igual que mendoza, no hay misericordia en el reino de Dios, asesino el infierno los espera........ y que no los larguen nunca mas.......

Anónimo dijo...

en que mata pena de muerte pena de muerte pena de muerte

Anónimo dijo...

YO SE LO QUE LO HIZO CAMBIAR SU PENSAMIENTO!!!!
ES ALGO QUE LE PENETRARON UNA Y OTRA VEZ POR SU AMPLIO Y GORDO TRASERO.
POR FAVOR!! NO LE CREAMOS A ESTA GORDA, MENTIROSA, ASECINO Y VIOLADOR DE COSA CHIQUITA. ESO LO HACEN TODOS LOS PRESOS PARA TENER BUENA CONDUCTA Y SALIR ANTES DE LA TOTALIDAD DE LA CONDENA!!!!

Anónimo dijo...

para mi es toda una farsa , buscan tener privilegios detras de Dios y me qedo tranquila porque se que Dios sabe bien lo que hay en el corazon de cada uno tiene bien en claro el porqe se acercan a el ... por intenres o por conviccion ... dependera de eso el lugar qe tengan asegurado desp de su muerte ..
en Argentina se deberia cumplir la condena qe cada uno recibe .. no dejarlos salir por "buena conducta" dejame de joder cometiste un delito y no porqe mejores tu forma de hablar y de actuar va a borrar lo que hiciste tiempo atrass qe cada uno cumpla su condena ...

mi opinion ...
msol

Anónimo dijo...

Luis, que estas buscando?... poeque vas tan seguido a Coronda a ver al gordo?...